Vendimiar de noche se pone de moda entre las bodegas jerezanas
Del silencio nocturno de las viñas, brota el murmullo de una nana. Se acompasa con el sonido de las tijeras y el arrastrar de las cajas, repletas de racimos de uva, sobre la blanca tierra albariza. Agachada sobre una vid, Sonia Ordóñez canta bajito mientras trabaja, como si temiera romper la calma de la oscura noche. Pero en la finca El Corregidor, ubicada en los pagos de Jerez de la Frontera, nadie duerme. Una cuadrilla de 27 jornaleros equipados con linternas de minero trabaja a destajo a las cinco y media de la madrugada, en la recogida de la uva palomino para las bodegas Luis Pérez.